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L'Ecole Une #76

EL PASE EN LA ELP

par Carmen Cuñat

Gracias por invitarnos expresamente al debate. Como le decía en un e-mail reciente, creo que el dispositivo del Pase en la ELP constituido por un cartel hispanohablante y un secretariado está un poco aislado.

La intervención de Estela Paskvan en el JJ 73 me trajo muy buenos recuerdos. Por ser bilingüe, aunque no sólo, tuve la suerte de poder estar en aquel primer grupo de pasadores. La experiencia fue y sigue siendo inolvidable. Sabía muy poco o nada de en qué consistía esa función. Creo que yo como otros nos guíamos únicamente por la enigmática “Nota a los pasadores” de J. Lacan. El encuentro con los carteles me fue orientando poco a poco: en un cartel se hablaba mucho, F. Leguil era el más-uno, el otro era más silencioso, pero E. Solano lo animaba con el calor necesario; en los dos casos pude constatar el cuidado con el que se acogía la palabra analizante.

La transmisión del testimonio había que prepararla a conciencia porque además estaba el obstáculo de la traducción. Luego resultó que en muchos casos la traducción nos permitía obtener un plus de sentido que aclaraba cuestiones esenciales del testimonio. Sin duda, esto también contribuyó a la riqueza de la experiencia.

El trabajo fue arduo, porque había que escuchar a los pasantes de final de análisis y a los pasantes de entrada por el pase y fueron muchos los que se presentaron. Era un momento en la Escuela en la que “se hablaba del pase” por todos los rincones. Todo el mundo se sentía autorizado a hablar del pase. Tan es así que cuando en cierto momento se planteó que quizás los pasadores podrían decir algo de su experiencia, se nos invitó expresamente a guardar silencio. Lo que diría ahora es lo siguiente:

La experiencia de pasador es una experiencia de destitución subjetiva pero al mismo tiempo de institución de la Escuela, de la que no nos podemos privar. Se ha hablado mucho de la escasez de Aes pero también el declive del pase afecta al nombramiento de los pasadores. Que se nombren muchos pasadores promueve que muchos participen en esa experiencia inaugural que es “ser el pase”, evita que esa tarea se convierta en la de un funcionario y lo que es más importante, los análisis en curso se conmueven. La experiencia de pasador invita en muchos casos a hacer el pase. A mi me ocurrió así. Que el resultado de esta nueva experiencia no sea la nominación no es lo peor que puede ocurrir. Hacer el pase es también contribuir a la causa freudiana con la dilucidación de su propia causa, haya nominación o no. Otra cosa es que los carteles no hagan el esfuerzo de elaboración que les está encomendado en este proceso de transmisión. Veo el pase, en efecto, como una cadena de transmisión en la que se fabrica un objeto muy preciado que es la respuesta al cómo un analizante deviene analista. Que esa respuesta recaiga únicamente en el testimonio del AE, siempre me pareció excesivo. El AE es la prueba de que ese pasaje de analizante a analista es posible. Su testimonio es imprescindible, pero sin una Escuela que se instituya como un sujeto supuesto saber sobre el pase como lo señalaba Bernard Seynhaeve recientemente en Madrid, es decir, sin la interlocución con una Escuela del pase, su tarea deviene solitaria, pesada, extraña y en cualquier caso poco deseable para el resto de los miembros de la Escuela.

A mi parecer y a pesar del anhelo de muchos, la ELP no se ha constituido por ahora como una Escuela del pase, algunas de las razones están en el e-mail de E. Paskvan que retoma vd. Sólo marcaré lo que a mi me parece más importante:

1 Después de la Pregunta de Madrid, nunca más se invito al conjunto de los miembros a debatir sobre el dispositivo o sobre sus resultados.

2 El dispositivo, en efecto, quedó en manos ajenas, la EEP, ahora la FEEP, a pesar de que el cartel del pase está compuesto de miembros de la ELP, no sólo catalanes por cierto, y el secretariado también.

3 Los miembros nunca supimos a ciencia cierta por qué se cerró la experiencia del “pase a la entrada” en cuya institución habíamos contribuido con entusiasmo. Sólo supimos que había razones para desconvocarla en la ECF. Quizás por la cercanía, lo que ocurre en la ECF nos afecta más que a otras escuelas y no siempre de la mejor manera. Muchos tenemos la impresión que nos llega la hola de la crisis pero con los hechos consumados. Lo que hacemos es aceptar sin más esos hechos consumados. Quizás “la inercia” que sin duda padecemos ahora tenga también algo que ver con esto. En cualquier caso, la experiencia del “pase a la entrada” promovió en su momento la Escuela del pase, porque entre otras cosas se trataba de una Escuela nueva, la EEP. Y justo en el momento de la creación de la ELP esa puerta se cerró. La mayor paradoja fue que todavía hubo varios colegas que quisieron entrar en la ELP vía el dispositivo y eso mismo les impidió ser miembro hasta mucho después.

4 La única incidencia que tenía la Asamblea de la ELP sobre el dispositivo era que tenía la posibilidad de elegir a uno de la lista de los AME para el cartel. A partir de un cierto momento, el Consejo, en el que yo estaba, decidió hacerse responsable de esa elección que sería solamente corroborada por la Asamblea. Esta vez no fue por la crisis de la ECF sino que la decisión fue tomada a raíz de la crisis del pase en la EOL. Lo que ocurre en las otras escuelas de la AMP afecta sin duda al dispositivo en cada una de las escuelas. El problema es cómo hacer suyo lo que ocurre sobre el pase en otro lugar sin caer en la inercia, en la imitación, en el desinterés en definitiva. ¿Tendríamos que crear nuestra propia crisis para hacer nuestra la cuestión del pase? Yo sería más de la idea de promover algo nuevo que nos invitara a ponernos a la tarea. La entrada por el pase desde luego que fue un buen invento pero quizás hay también otros. Lo que no se puede decir de la ELP es que seamos remisos a lo nuevo.