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L'Ecole Une #76

DE CERCA Y DE LEJOS

par Miquel Bassols

Con este título que rinde homenaje a Claude Lévi-Strauss, sigo en el debate abierto por la carta de Estela Paskvan en el Journal des Journées nº 73, “Autonomie”.

Me resultó, en efecto, extraño leer que “el pase se ha alejado tanto de los miembros”, que “el dispositivo se nos escapó de las manos”, que “los miembros de la ELP empezaron a perder de vista el dispositivo”, que “es el dispositivo quien goza de tal autonomía respecto de los miembros”.

No es la sensación que he tenido pero tampoco la que he recibido de los miembros de la Escuela, incluso después de la fecha en la que supuestamente se habría hecho manifiesto este fenómeno. Repasando los datos de los que dispongo sobre el dispositivo del pase en la EEP y en la ELP desde sus inicios, – donde he cumplido como Estela Paskvan la función de Secretariado del pase -, viendo las composiciones de carteles y secretariados del pase se hace más bien patente una clara vocación de enraizarse en lo local.

¿Pero qué querría decir que “el dispositivo está lejos”? En realidad, el dispositivo no está más lejos ni más cerca que lo que permite hoy el teclado del ordenador a cada uno en el momento de formular su demanda de pase al Secretariado. El dispositivo es un artefacto pensado para atrapar algo de la experiencia, es un hecho de discurso y la distancia en cuestión depende finalmente del lugar de enunciación que uno sostiene en relación a la experiencia y a la Escuela como Una. Después, en efecto, uno tiene que viajar, cubrir ciertas distancias más o menos largas en la realidad. Pero este ha sido desde siempre y deberá seguir siendo el destino de los miembros de las Escuelas de la AMP, el de moverse lejos de sus ciudades…

No, no puede ser el dispositivo mismo el que se aleja, en todo caso es uno mismo el que se siente alejado de él por razones que pueden ser diversas y que hay que dilucidar todavía. “Mira, aquel tren que se está yendo” puede decir alguien desde el tren en el que viaja cuando en realidad es éste el que ha empezado a moverse en relación al otro que sigue detenido en el mismo lugar. La buena pregunta seria entonces: ¿hacia dónde ha empezado a moverse el tren que me lleva, tal vez sin yo saberlo?

Es la verdadera pregunta que debemos hacernos para empezar a dilucidar también las dificultades del pase: ¿hacia dónde se mueve hoy la ELP?

Una primera respuesta que puedo extraer de conversaciones que he mantenido hoy mismo con miembros diversos, y de diversos lugares de España: se mueve en direcciones distintas, y se mueve con la fuerza centrífuga que ha sido de hecho y desde su inicio su principal fuerza generadora… El término “fraccionamiento” me ha sido evocado en al menos dos de estas conversaciones y es el modo en que se experimenta hoy esta fuerza centrífuga en algunas ocasiones. En realidad, esta misma fuerza, correlativa a la “dificultad” de hacer existir la unidad española evocada por Jacques-Alain Miller en diversos momentos, esta misma fuerza fue también la que permitió la creación de la ELP. Pero lo fue sólo a condición de tener muy presente la dimensión mediadora, deslocalizada, que el Campo Freudiano supo insuflar en ella desde mucho antes de su comienzo.

“Mediación” es la palabra que Jacques-Alain Miller ha utilizado para hacer de contrapeso a la “dificultad” antes mencionada. Por mi parte, debo decir que con el tiempo he aprendido a tomarle gusto a esta dificultad que impide definir el rasgo que el adjetivo “español”, – como el adjetivo “catalán” “gallego”, “vasco”… – vendría a completar en un conjunto. Creo que es en esta dificultad preservada, tanto como incompleto es el conjunto del que deriva, donde se funda el rasgo específico de la ELP como tal. Pero entonces se hace mucho más presente la necesidad lógica de esta mediación que, de hecho, la precedió.

Un comentario más sobre la “mediación”. La mediación hace falta no sólo cuando un elemento (Escuela, comunidad, sede, miembro….) no puede vincularse con otro – función cuanto más necesaria, más pasajera – sino cuando la Escuela misma no puede tomarse como Otra para sí misma, cuando cada punto, elemento o miembro de ella no puede tomarse como Otro para sí mismo. Dicho de otra forma: cuanto mas difícil es sostener y hacer algo con la no relación, más mediación hace falta.

La Escuela Una, como concepto y como experiencia, es nuestra mediación. Pero por sí misma no puede cumplir su función de “más uno” en las Escuelas y en cada Escuela sin una posición activa y decidida de sus miembros. La experiencia del pase es, entre otras cosas, un modo para que esta mediación (que lo es también de cada analista consigo mismo para seguir siendo analizante) no se convierta en simple pacto, en acuerdo tácito y táctico de reconocimiento sino en verdadero sujeto de la experiencia. Es esta Escuela y este pase lo que debe advenir, cada vez, al lugar de lo imposible de la relación.

Se trata entonces de saber situar hoy, en cada lugar de la Escuela, en cada una de sus actividades, esta mediación, no como un ideal hipnotizante o sugestivo sino como la función necesaria del “al menos uno” que descompleta el conjunto y hace a la vez de agente provocador para cada uno de sus elementos. La propia función del éxtimo, pensada en las nominaciones de AE hechas por los carteles del pase en varias Escuelas, responde a esta necesidad. Debe ser también la función de los propios AE como analistas de la experiencia de la Escuela, pero también debemos saber localizarla y utilizarla en dada uno de los actos que hacen la Escuela cuando sus miembros se sienten implicados en ella. Esta mediación, cuando se trata de la relación del analista con su ser analizante de manera permanente, es el pase mismo.

Desde esta perspectiva, algo se hace entonces patente: sustraigamos este elemento mediador que anuda las Escuelas en la AMP, que anuda también la experiencia de cada miembro con los otros en la Escuela Una, que anuda a cada analista con su ser analizante, y el alejamiento recíproco se produce de forma automática, sin poder saber ya nunca más, cada uno, quién se ha alejado de quién.