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L'Ecole Une #76

EL PASE Y LA ESCUELA UNA

par Hebe Tizio

La Escuela Una tuvo desde sus inicios una función precisa en la economía libidinal del campo freudiano, hacerle la contra a la inercia para sostener un lugar de interpretación de la escuela como sujeto, es decir, para tratar de pensar nuestras escuelas desde el discurso analítico.

Recuerdo que Miller en un texto, “Intervención sobre el mutualismo”, escribió que la Escuela Una era la manifestación de la “esencia” del campo freudiano, una precaución contra el avance de la burocratización previsible en las escuelas de la AMP. Es así un elemento de subversión interna para mantener un tipo de Escuela donde la experiencia sea auténticamente analítica. Es decir, la Escuela Una es un instrumento que permite un tratamiento posible de lo que nuestras propias escuelas generan contra el psicoanálisis por estar localizadas y tramadas en una lengua y habitadas por los mismos. La Escuela Una descompleta y hace existir el agujero que permite anudar las distintas escuelas locales intentando contrarrestar de este modo la tendencia a la autonomización.

Vivimos un momento donde la globalización genera fragmentación y particularidades enquistadas en su diferencia. En este contexto la Escuela Una cobra más vigencia si cabe, frente a la tendencia homogenizadora plantea la desagregación de la enunciación y frente a la autonomización, un anudamiento vivificante que reintroduce al Otro permitiendo la circulación a nivel mundial. La tensión entre lo múltiple y lo Uno es así fructífera.

Yo asistí como AE a los primeros pasos de la Escuela Una y el debate de ese momento dejó para mí una enseñanza, aprendí que la inercia siempre retorna y que hay que poder hacer con eso y mantener la posición de analizante.

Qué pasa en este momento? La inercia de las escuelas parecía haberse tragado a la Escuela Una pero cuando se la hizo presente en la interpretación se abrió otra dimensión, la del acontecimiento de Paris. En una ocasión comenté que en el horizonte del final de mi análisis estaba el pase sin duda por mi deseo, pero también porque estaba acompañada por un trabajo de escuela donde la discusión del tema era algo cotidiano. En 1994 trabajamos los textos que había reunido la AMP sobre los finales de análisis. Cómo terminan hoy, 15 años después, los análisis? El famoso tema del psicoanálisis aplicado sirvió como un velo frente a este interrogante.

Creo que es un momento de renovación y la Escuela Una es la herramienta que tenemos para atravesar geografías, lenguas e inercias varias. Cómo usar la herramienta? La Escuela Una es el recurso para tratar los problemas del campo freudiano con el psicoanálisis mismo y transformarlos así en verdaderas experiencias del uno por uno. Entonces, cómo nos servimos de ella?

Cada uno, concretamente…

Para mi el pase no puede estar en otro lugar que no sea la Escuela Una y sus carteles no pueden ser nacionales.

¿Cómo se acerca el pase? incorporándolo al discurso no del lado del pathos sino del de una buena experiencia para hacer, no del lado del menos de pasantes sino del lado del plus que aporta a quien lo hace y los efectos de ese tránsito generoso que benefician a las escuelas. El pase se acerca no idealizando Aes aptos supuestamente para todo servicio sino Aes que se deconstruyan tomando dada día su posición de analizante.

Y por qué no seguir pasando? Se podría preguntar a los exAE qué han recogido de la experiencia años después? Si me preguntaran diría que sigo teniendo frutos porque me ha enseñado una “metodología”, seguir trabajando el síntoma para que no se estanque el goce y obtener satisfacción. Porque me doy cuenta que cuando más trabajo este lado de la posición analizante mejor me puedo sostener como analista…El pase me ha ayudado a formalizar mi análisis y a darme cuenta de muchas cosas que sin ese esfuerzo de transmisión no hubiera atrapado. Y esto más allá de la nominación y del trabajo como AE me ha servido para la vida y es lo que me permite resistir a la mortificación.